El uso de aviones con cargamentos de drogas por parte de los carteles de narcotraficantes se ha vuelto una operación constante que de hecho dio el famoso nombre de ‘El Señor de los Cielos’ al fallecido Amado Carrillo quien en su momento se ostentara como propietario de una aerolínea con base en Coahuila.
El informe de la Agencia Antinarcóticos de Estados Unidos sobre las organizaciones latinoamericanas de narcotraficantes indica que desde finales de 1994, Amado Carrillo Fuentes ‘contaba con ‘varias compañías de aviones, lo cual le permitía disponer de aeronaves tipo 727 que utilizaba para trasladarse de Colombia a Ciudad Juárez directamente’.
Taxi Aéreo del Centro Norte S.A. de C.V. (Taxceno) con base en Torreón, Coahuila, fue sin lugar a dudas la empresa que operó más aviones y vuelos de Amado Carrillo.
Entre los socios de la empresa figuran Sonia Barragán Pérez (esposa de Amado Carrillo), Miguel Meza Lara, Silverio Leyva Pérez, Tiburcio Leyva Pérez y Enrique Pulido Arellano.
Entre los aviones operados por esta empresa destacan equipos de la talla del Cessna 421, Cessna 206, Learjet 250, Sabreliner 80.
Más recientemente se ha hablado sobre complejas operaciones aéreas montadas para
el transporte de droga, las rutas utilizadas, los tipos de avión, los aeropuertos que les ofrecen mayor seguridad, la manera de evadir los radares y las estrategias de soborno de las autoridades de los dos países lo cuál puede definirse en un capítulo como las ‘alas del narcotráfico’.
‘La realidad de los vuelos es increíble y de hecho muchos de estos se pueden efectuar con el permiso de las autoridades ejecutando algunos procesos clandestinos’, comentó un piloto de Laredo, Texas que por razones de seguridad solicitó hablar en el anonimato.
De acuerdo con los informes dados a conocer por diferentes dependencias de lucha antinarcóticos, en los últimos años los carteles de la droga han operado modernos aviones de gran capacidad, como el caso del Boeing 727 (similares a los que operaba la desaparecida TAESA) y el cual puede despegar con más de 86 mil kilos de carga total o el Caravelle, que tienen la ventaja de llevar más de 114 mil libras de carga, más lejos y más rápido.
En 1993 el entonces director de la empresa aérea carguera Aeropostal, Julián Aparicio se reunió con representantes de la empresa rusa Aeroflot con miras a comprar uno de los aviones más grandes en el ámbito mundial, el Illiushin Il-76 con capacidad de carga de 47 mil kilos y con un peso máximo de despegue de 170 mil kilos.
Posteriormente Aeropostal adquirió dos aviones de uso militar Hércules C-130. La empresa fue intervenida por la Procuraduría General de la República.
Técnicamente los aviones antes mencionados, tienen la capacidad para volar más alto que los Awacs o los Oriones, aviones radar de la DEA, característica que los hace indetectables.
‘Se despega generalmente de alguna pista clandestina en poblados colombianos como Urabá, Magdalena o cualquier sitio cercano a Cali’, explicó el aviador, tras mencionar que luego se pone rumbo directo a la pista donde se dirijan en el norte de México, evitando pasar por el D.F., debido al constante congestionamiento de tráfico aéreo en dicha zona urbana’, explicó.
El veterano piloto estadounidense manifestó que para los aviones turbohélice hay ciertas especificaciones de vuelo, ‘el avión no debe hacer rutas con destino a Costa Rica o Guatemala debido a los riesgos que existen de ser detectados por los radares de, Panamá, El Coco en Costa Rica o Tapachula en México’, indicó.
En dicha ruta es importante el empleo de equipos con motores a pistón, de bajo rendimiento como es el caso de los Seneca, Centurión, Caravan o Crusader, capacitados para transportar pequeñas cantidades de mercancía.
Estos aparatos vuelan hasta mil pies de altitud sobre el nivel del mar. A fin de que las ‘rutas aéreas’ funcionen es necesario pagar a muchos involucrados, según la explicación, primero se paga a los controladores de tráfico aéreo de los aeropuertos tanto de origen como destino para que aparenten ante las dependencias de seguridad y control aéreo que todo está en regla.
‘Hay casos en los que los controladores de las torres de control está tan especializados con este tipo de operaciones que tienen tarifas ya establecidas para arreglar al personal que lleva los libros de control de llegada y salida de aviones a fin de que aparezcan en éstos el registro de que el aterrizaje si se efectuó’, puntualizó.
‘Debido a que los radares están localizados en lugares fijos, en ocasiones es necesario desviar la ruta directa hasta por más de 300 millas con el fin de evadirlos. Pero cuando las pistas clandestinas están situadas muy cerca de ellos lo recomendable es descender por debajo de los mil pies de altura’, explicó.
‘Cuando se sobrevuela el área de control del aeropuerto arreglado el piloto continúa con los procedimientos como si estuviera aterrizando y como si estuvieran rodando en tierra. Todo esto con el fin de que quede el registro en la grabación de radio de los aeropuertos. Mientras el piloto hace esas llamadas, al mismo tiempo está alterando su rumbo hacia la pista clandestina donde lo están esperando’.
Otra manera de evitar la acción de los radares y los aviones Awac y Orión estadounidenses consiste en apagar todos los equipos de navegación y de radio, ya que los Awac detectan cualquier emisión de ondas de radio, principalmente las del radar meteorológico, un aparato que está instalado en todo tipo de aeronaves.
Ya en territorio mexicano existen infinidad de aerovías de narcotráfico, dependiendo del lugar donde esté proyectado el descargue de la mercancía.
‘Cuando el vuelo con destino a México se hace a través del Atlántico por lo general se emplean los DC-9, Boieng 727, Caravelle o Super King, que despegan de los aeropuertos de Cali o Medellín. Las aeronaves salen con el plan de vuelo legal con destino a San Andrés. En la isla abastecen combustible de nuevo para poder hacer el vuelo redondo sin cargar en el lugar donde aterriza, que casi siempre es un lago seco en México, el cual por la dureza de su piso resiste aviones de semejante peso. El vuelo de regreso es por Barranquilla, como si hubiera salido una o dos horas antes de San Andrés’, puntualizó.
De acuerdo a los informes, ‘en México se utilizan más de 20 lugares donde pueden aterrizar los aviones, tan sólo en el estado de Nuevo León existen 73 pistas tres de las cuales tienen las características de plataformas presidenciales’, explicó. De esta manera, los ‘narcopilotos’ saben que en Coahuila, se encuentra la pista conocida como La Palma.
En La Paz, Baja California, es muy difícil sobornar a los agentes de aduana, policía y de aeropuertos, ‘pero esta pista es usada como referencia para dirigirse al desierto del Carrizal, que se encuentra a 20 kilómetros al sudoeste’.
Las primeras versiones sobre el uso de aparatos aéreos en el narcotráfico se remontan a finales de la década de los años 70´s cuando Pablo Acosta, predecesor de Amado Carrillo en Ojinaga utilizaba aviones bimotores para transportar sus cargamentos de marihuana.
Hacia finales de 1984 aviones turbopropulsores ejecutivos de largo alcance empezaron a llegar a Ojinaga procedentes de Colombia con cargamentos de cocaína.
La semana pasada, autoridades federales aseguraron un cargamento de cocaína encontrado a bordo de la aeronave Douglas DC-9, matrícula N900SA, con bandera de Estados Unidos, en Ciudad del Carmen, Campeche, en una acción coordinada entre el Ejército Mexicano y la Delegación de la PGR en la entidad, el 11 de abril del año en curso.